Después de un verano de risas, droga y hombres que no merecen la pena, vuelves a la ciudad que más te gusta. A tu ciudad, a los ruidos de los coches, al metro lleno de gente, a las mañanas de compras, al aire contaminado y los parques perfectos en los que no hay aglomeraciones de guiris.
Vuelves al sitio en el que te sientes cómoda- el único lugar en el que te sientes cómoda, da igual la calle que estés pisando. Y sonríes porque ahí nada ni nadie puede hacerte sentir mal.
Estás en tu sitio y da igual si ESE chico quiere algo contigo o si ya no tienes amigas en las que confiar porque no hay ningún lugar de toda esa ciudad en la que las cosas importen más de lo necesario.
Aquí no existe el miedo. Sólo necesitas un cigarro y alejarte de la gente que solo hable de preocupaciones.
Este es tú sitio y esas son tus normas. Y si no las aceptan, pueden irse a otra parte porque la ciudad es grande y tú no miras a tu alrededor nunca.'Y yo me bajo en Atocha, y yo me quedo en Madrid', dice Joaquín.